El cerebro de los obesos es diferente. Por eso la mayoría de las dietas fracasan.
Injustamente he recibido algunas críticas por decir esto. Por eso he recopilado las evidencias para debatir científicamente con médicos y nutricionistas que lo ignoran.
Desde niños los que tienen cerebro de gordo tienen menor capacidad de utilizar azúcar en el cerebro (1, 2). Por eso sienten más deseos de comer dulces (3). Es injusto recomendarles comer pocas calorías y pedirles que tengan más fuerza de voluntad.
Aún después de comer el centro del apetito se les estimula al ver carbohidratos (3). Es decir, sienten ansiedad por comer aún sin hambre por culpa de tener menor capacidad de usar el azúcar en el cerebro (5, 6, 7).
Es posible realizar diagnóstico de “cerebro de gordo” utilizando equipos que miden la actividad cerebral (8). No debería haber la menor duda que la obesidad es una enfermedad cerebral y que la culpa no es del paciente (9, 10, 11).
Dr Salomon Jakubowicz